7 de diciembre de 2024

Las adopciones en Ciudad de Buenos Aires cayeron un 75 por ciento en tres décadas

Con un pico de 744 casos en 1983, desde ese momento al año 2016 las adopciones en la ciudad de Buenos Aires han decrecido hasta los 177 casos registrados el año pasado.

La atención de la niñez abandonada y la institución de la adopción como derecho de los ciudadanos y protección de los derechos del niño tuvieron y tienen un recorrido en nuestro país que comenzó aún antes de su primer gobierno independiente.

Casa de Expósitos de Buenos Aires

Fue fundada en 1779 a instancias del Virrey Vértiz como forma de atender a los numerosos nacimientos producidos fuera de los núcleos familiares de una ciudad que ya contaba con 40000 habitantes. Durante su funcionamiento se estima que pasaron por su administración alrededor de 6500 niños abandonados.

En sus inicios era sostenida por vecinos destacados y órdenes religiosas y luego la naciente administración nacional la incorpora a su presupuesto hasta 1838 en que las hostilidades de las naciones europeas y el bloqueo al gobierno de Rosas obligan al mismo a suprimir partidas presupuestarias y la institución se cierra y los niños abandonados son distribuidos entre las familias. Reabierta en 1852 va variando su accionar hasta transformarse en institución hospitalaria infantil.

La adopción como institución legal

El Código Civil de 1880 creado por Vélez Sarsfield no contemplaba la adopción, basándose en antecedentes de leyes europeas que no consideraban conveniente introducir en las familias elementos que la naturaleza no había creado en ellas. Si bien se presentaron anteproyectos para contemplar esta instancia entre los años 1933 y 1942, recién en 1948 se consagra la institución de la adopción.

“Después de varios anteproyectos, el 24 de junio de 1948 la Cámara de Diputados sanciona el proyecto de ley, que promueve la adopción como creadora de vínculo familiar. Se convierte en ley Nº 13.252 el 15 de septiembre de 1948 luego de su aprobación por la Cámara de Senadores.”

El recorrido histórico de la atención de la niñez abandonada y la institución de la adopción en la República Argentina 

Estadísticas de adopción en la ciudad de Buenos Aires

A partir de estadísticas de adopción en la ciudad de Buenos Aires entre los años 1981 y la actualidad existentes en la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires (DGEyC) se pueden elaborar distintas hipótesis al respecto de esta problemática.

¿Menos matrimonios menos adopciones?

Entre las posibles razones del decrecimiento de adopciones podemos citar que el número de matrimonios en el ámbito de la ciudad también muestra un decrecimiento. Luego de un pico establecido en 1988 luego de sancionarse y promulgarse en 1987 la nueva ley de matrimonio que instituía la posibilidad del divorcio vincular el número de matrimonios celebrados fue disminuyendo año a año.

Se observa también que en períodos similares se ha producido un aumento entre las relaciones matrimonio/divorcio. Es decir que a menor cantidad de matrimonios comienzan a corresponderse cifras mayores de divorcios con lo que los matrimonios también demuestran decrecimiento en ese terreno. 

Si bien la adopción como tal contempla otras situaciones personales, adopciones por fuera de matrimonios constituidos por ejemplo, no deja de ser llamativa la coincidencia de menos matrimonios y mayor cantidad de divorcios con la baja en adopciones.

Nuestro lugar en el mundo

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la Argentina hay 14 mil jóvenes sin cuidados parentales y alojados en hogares, de los cuales la mitad, están en condiciones de ser adoptados. Sin embargo, cada vez son menos los casos que concluyen efectivamente en adopción.

Pese a la reforma del Código Civil realizada en el 2015 que apunta a acortar los tiempos y a permitir, por ejemplo, la ampliación de los postulantes, incluyendo a parejas en “unión convivencial”, el número de adopciones sigue siendo muy baja.

Al ser Argentina un país que no ha sufrido grandes catástrofes, ni ha pasado por guerras, la proporción de huérfanos es menor. Empero, el Estado considera que los pequeños que están mal alimentados, sin acceso a la escuela o cuando su familia se encuentra en una pobreza extrema, se encuentran en una situación de abandono moral o material por parte de sus padres.

En la Ciudad de Buenos Aires, los procesos de adopción son excesivamente largos, demoran entre cinco y seis años. Más allá de los trámites burocráticos, esta tardanza radica en que siempre se tiene como prioridad devolver al niño a su familia de origen.

Ser papá también en los papeles

Juan Carlos Mineldin, periodista y estudiante de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), tiene un hijo fruto de su primer matrimonio. Luego de que la pareja se separó, la ex esposa de Mineldín quedó embarazada de otro hombre, pero decidió tener a su segundo hijo sola, ya que su pareja de entonces no la acompañó en su decisión.

Juan Carlos nunca perdió el vínculo con su hijo e incluso lentamente, fue incluyendo a su hermano. Con el correr de los años, tomaron la decisión de que el menor fuera adoptado por él como su hijo ante la Ley. Fue en ese momento cuando los problemas burocráticos se tornaron un verdadero obstáculo.

“Cuando comencé a realizar los trámites para la adopción, me anticiparon que el proceso podría llegar a tardar entre dos años y medio y tres años, algo que me pareció demasiado excesivo. Más teniendo en cuenta el vínculo existente con el chico, que no estaba alojado en una guarda y que vivía con su mamá”, aseveró Mineldín.

Por esta razón, le recomendaron que si realizaba los trámites correspondientes a través de un abogado, el tiempo se podría acortar, pero que igualmente no iba a ser menor a dos años. “Me pareció un gasto demasiado alto, no sólo en tiempo; sino también en dinero”, adicionó.

La solución que encontró fue reconocerlo como hijo propio, lo que le demandó sacar un turno en el Registro Civil y anotar al chico con su apellido. “Aún cuando todos en la familia sabemos plenamente que Lucas no es mi hijo sanguíneo, nos pareció que tomamos la decisión más acertada”, concluyó.

Paso a paso

En el 2015, la reforma del Código Civil creó la figura de integración, que es la que puede realizar el esposo con el hijo/a del cónyuge. Una respuesta a los casos que, como el de Mineldín, se veían obstaculizados por las trabas burocráticas de los tribunales.

Para poder adoptar a un niño, las parejas tienen que anotarse en el juzgado que les compete según su domicilio. Luego, deben sortear entrevistas psicológicas y la visita de una asistente social en su vivienda para confeccionar un legajo. Más adelante, se los cita para indicarles qué chicos están en condiciones de ser adoptados según sus expectativas.

Ellos tienen que estar en condiciones de preadoptabilidad, si hay coincidencias se procede a la unificación de ambos expedientes. Ahí se instituye la guarda preadoptiva, que es el primer juicio que se da tras la unión.

“Una vez ubicada una familia, la vinculación será paulatina y progresiva, observando las reacciones de ambos lados pero, fundamentalmente, la de los niños involucrados”, advierte Alicia Taliercio, jueza de familia de Lomas de Zamora en su libro “Cuenta niño”.

Un dato importante es que, en caso de que se llegue a una sentencia definitiva, desde los tribunales se comunicarán con los progenitores o familiares del menor para hacerles saber la decisión. Las familias adoptantes deber hacer lo mismo con el infante.

“Los niños se expresan no sólo con palabras, a veces mezcladas, mal usadas, confusas, pero que exteriorizan su sentir, sino con la mirada, las expresiones, la sonrisa o la mueca. Por ello a todos, sin importar la edad, se les debe respetar ese principio, porque son personitas en evolución, sujetos de derecho a los que debemos respectar”, amplió Taliercio.

La excesiva demora, pese a las reformas realizadas en el 2015 que apuntan principalmente a agilizar los trámites, hace que muchas familias posen sus ojos en algunas provincias del Norte que tienen un sistema de entrega directa.

De esta manera, la pareja adoptante se relaciona con la embarazada, se presentan en el juzgado y logran que el juez homologue esta entrega. Algo que si bien puede ser muy riesgoso, es mucho más rápido.

Los peligros del mercado marginal

Julio César Ruiz es el presidente de la Fundación Adoptar y en su página de internet realiza graves denuncias con respecto a estos casos. En una nota publicada en ese sitio el 3 de setiembre de 2016, el abogado asegura: “Las dificultades para adoptar no se producen, como cree el común de las personas, por la burocracia de la ley. La verdad es que cada vez llegan menos bebés a los juzgados para ser dados en adopción por la desaparición sistemática de un promedio de doce recién nacidos por semana. La ley sólo rige el 25% de las adopciones, que son legales; el 75% restante son el resultado de transacciones comerciales de mafias que practican la compra y venta de bebés”.

Ampliación de derechos en salud

Otro ítem a tener en cuenta al analizar la disminución de los chicos entregados en adopción en la Ciudad de Buenos Aires es la ley reglamentada en 2013, mediante la cual, miles de parejas y mujeres pudieron acceder a tratamientos que antes les resultaba imposible pagar. Se trata de la Ley de Acceso Integral a los Procedimientos y Técnicas Medio-Asistenciales de Reproducción Médicamente Asistida. Si bien esta ley aún no está adecuadamente regulada y tiene muchos puntos grises (como la edad de la mujer al ser fecundada), significó un nuevo camino para las parejas que anhelan con tanto ahínco transitar el camino de la paternidad.

La adopción desde el punto de vista de la psicología

Adoptar es reconocer el fracaso de una función biológica. Como todo acto vital la huella en la psiquis establece las posibilidades de resolver esta falla y el abanico de soluciones al alcance de la mano y durante mucho tiempo del bolsillo.

Durante años el imaginario de la paternidad posible fue la adopción, ingresar a un lugar dónde diversos interrogantes ponen en jaque las subjetividades.

¿Quién será nuestro hijo? ¿Cual su origen?

Los avances actuales en la tecnología en salud han creado nuevas opciones para llegar a lo que podríamos denominar el sueño del hijo propio.

«La esterilidad causa frustración, el ser humano entiende a esta situación como un defecto», dice la licenciada Patricia Salvetti, psicóloga con más de 30 años de ejercicio profesional. «Y muchas veces esa frustración se dirime dentro de la pareja porque es infrecuente que el problema sea en conjunto y a veces las parejas sienten que si estuvieran con otra persona podrían realizarse», explica.

«La adopción, los tratamientos de fertilidad o las prácticas médicas son la oportunidad de restituir esa falla», aclara Salvetti.

«No me es posible afirmar que la existencia de otros tratamientos sea el causante de la baja en los índices de adopción», manifiesta.

Salvetti explica que la posibilidad de tener hijos a través de diversos tratamientos es más aceptable para el aparato psíquico que la idea de tener un hijo que siempre es una persona ajena. El desconocer su origen o a sus padres gestantes ocasiona diversos fantasmas.

«Este fantasma no se origina en parejas que reciben óvulos o esperma de bancos, allí queda un poco borrado el tema del origen porque son óvulos o esperma que están allí al servicio de generar esos embarazos», comenta Salvetti.

La adopción de un niño demanda al aparato psíquico mayor trabajo, este trabajo se vincula al origen del niño y sus circunstancias.

«Obviamente luego este niño genera sus vínculos propios con sus padres adoptivos», concluye.

Su experiencia indica que en parejas monoparentales o del mismo género, la adopción es una opción evaluada por el género masculino que de no ser así debería «alquilar un vientre».

«Las parejas femeninas tienden a pensar más en usar su vientre que a pensar en la adopción», comenta Salvetti.

Diego Sosa y César Aldama

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